Pablo Cardoso: Llueve afuera

Sept. 27 – Oct.15’18

Como en anteriores trabajos, Pablo Cardoso emprende una obra progresiva que conmueve por su envergadura y por la enorme dosis de paciencia que entraña, por el concepto del cual surge, mitad autobiográfico mitad sociológico, por la filigrana (el rigor y la sensibilidad evidentes) que utiliza para desarrollarlo –quizá el término que mejor encaja en este caso, ya que es un despliegue de imágenes tratadas con una precisión constante más afín al rito que a la rutina– y porque ha dado con otra de las formas para apresar a ese prófugo (el tiempo sabe transformarse arbitraria y astutamente; a veces dura un segundo, otras, siglos). Seguir leyendo

Pablo Cardoso, «Mandala»

Oct. 27 – Nov.10’17
Pablo Cardoso y la llave del mandala: entre la diarística y las estéticas ecológicas

Por Rodolfo Kronfle Chambers

Empiezo este diario con pocas certezas.
Sé que busco una obra personal, un autorretrato amplificado. Un conjunto que congele las horas en esta casa, en este taller donde espero pasar poco tiempo más.
La estructura de los últimos meses del 2016 y del primero de este año se ha vuelto cacofónica, y a momentos desespero al percibir que no consigo insertar una nota distinta o una pausa. Los mismos actos, el mismo ritmo.
Pablo Cardoso
Anotaciones en su diario, 16 de enero de 2017

Vista con distancia, organizándola sobre una línea de tiempo, la producción de Pablo Cardoso acusa una fascinante cualidad: la de moverse con fluidez entre el comentario crítico que opera de lleno en la esfera compartida de lo público, y los contrapunteos que exploran aspectos cotidianos de su mundo privado, atravesados por cavilaciones íntimas sobre lo rutinario.

Dentro de estas últimas, convertidas en operaciones pictóricas introspectivas, han aparecido -a manera de bodegones- vestigios de sus “mesas consumidas”, o también los pliegues rugosos de sus “sábanas”, transformados en misteriosos panoramas. Ha dado cuenta a su vez de diversos traslados, que, como derivas, recogió como una progresión de instantáneas para reconstruir sus caminatas, así como los varios apuntes emotivos de su entorno, como si fuesen micro-paisajes, que ha coleccionado como “notas al margen”. Aquellas series, entre otras, parecen partir de momentos de abstracción y reflexión sobre el aparentemente nimio devenir de lo corriente dentro de un flujo de circunstancias vivenciales cuya densidad emotiva lo dota de dimensiones significantes y poéticas.

Esta cuestión sólo puede ocurrir manteniendo un estado de alerta permanente, como si la voz interna del artista narrara meticulosamente el evento aparentemente trivial que se desenlaza frente a él, lo congelase con todo el detalle de una imagen fotográfica, y lo convirtiese –a través de una alquímica traducción con pinceles- en un solemne memorial de la experiencia del momento.

Organizar frutas. Bodegones. Sandía.
Mañana soleada sin viento.
Todo el día sol intenso y por la tarde vientos fuertes. Tomé fotos del viento en las hojas.
La posibilidad de Ayampe se acerca y aleja sin compasión.
Hoy conversamos en el banco sobre un préstamo: muy difícil de sostener la carga.
A pesar de todo, la luz es más blanca hoy que ayer.
Gris pálido con notas laca de garanza.
El sol es constante, pero el viento lo supera hasta meterse en los nervios.
Anotaciones en el diario, 17 de enero de 2017

En esta nueva serie parecen converger cuestiones similares: por un lado un ánimo sensible frente a la inminencia de abandonar su casa-taller de casi veinte años en Cuenca –una mudanza que resuena como una decisión de carácter existencial que tiene como propósito refugiarse, junto a su pareja y su pequeño hijo, en un lugar remoto de la costa-; y, por otro, el contacto con los escritos del biólogo David George Haskell sobre la comprensión conservacionista derivada tras la observación profunda y detallada de un metro cuadrado de bosque, el cual es figurado por el científico como un mandala, para convertirse, en clave budista, en un portal para desentrañar el universo.

Hoy: luz, oscuridad. Oscuridad, luz. La luz, pastosa, tímida. La oscuridad, tampoco muy resuelta, como la que precede a la noche.
La luz llegó al pico cuando Yaku vino a visitarme y repasamos las páginas de “Secret Knowledge” de Hockney como si se tratara de un cuento de aventuras.
Anotaciones en el diario, 19 de enero de 2017

Cardoso traslada el componente lírico de este ejercicio de “estéticas ecológicas” a su microcosmos hogareño, aplicándose al “mandala” de su hábitat con una “apertura sensorial, intelectual y corporal” –como lo describe Haskell-. En medio de esta encrucijada experiencial, y abocado al análisis de lo que entra y sale del entorno personal, comenzó a producir, a inicios de este año, un diario repleto de pensamientos y observaciones del diario vivir que conecta de formas muy tangenciales con las pinturas que ha producido. Sus polípticos, tan fragmentados como las anotaciones en sus cuadernillos, articulan así una poética que evade la ilustración directa para lograr representaciones que serán evocativas para el receptor, pero que al mismo tiempo no se desprenden del afecto que él ha impreso en su vinculación íntima de imagen y memoria.
:

A media tarde apagón. Duró hasta las 19h30.Tomé fotos camino a la panadería.
Dolor en la espalda y cansancio. Mañana me costará levantarme.
Anotaciones en el diario, 4 de julio de 2017

De esta forma la casa de la esquina por la que pasa a diario para comprar el pan, los ventanales de su taller, la película de ciencia ficción que algún rato vio, el cuadro de Vermeer que lo persigue desde un libro, o las transformaciones de su cuadra (aquel lugar que ha sido el origen de todo), vista en los diversos registros satelitales históricos del archivo de Google Earth, van hilvanando una narrativa meditativa del día a día. Aunque Cardoso se muestra reticente a las mutaciones aceleradas que convirtieron el otrora ambiente de pueblo en ciudad, el trasfondo de estas representaciones, al igual que el contenido de su actividad diarística –lo anodino o profundo que pueda resultar- no es de vital importancia para acercarnos al trabajo: solo basta conocer el impulso de su génesis para abrir camino hacia la especulación interpretativa individual, que se cargará de los contenidos que todos arrastramos sobre nuestro entendimiento del mundo.

Michel Maffesoli, pensador clave para acercarnos a una sociología de la vida cotidiana, previene que lo común y corriente del diario no debe asociarse siempre con el tedio o la frivolidad de lo trivial. Por el contrario, sostiene que lo banal asegura la supervivencia del individuo y su inserción grupal. Se trata de los momentos en que no se le debe la vida a nadie, pudiendo así enfocar los pequeños rituales diarios y las actividades inofensivas como generadoras de una “socialidad” en que se basa la voluntad del “estar juntos”, necesaria en un entorno de creciente individualismo: aquel componente lúdico -de “fantasías y fantasmas…que involucra los afectos, las emociones, las pasiones”- que desborda lo racional. Bajo esta perspectiva bien podemos entender estos momentos de la obra de Cardoso como una experiencia plenamente complementaria al compromiso intelectual y activista que se desprende de varias de sus “otras” creaciones, un repliegue casa adentro del cual parte también la necesidad de compromiso con el colectivo.

“¡Qué desasosiego me provoca el nuevo mundo!”, dice Carlos Boyero.
Este día merece una obra negra, pero sin la pesadez psicológica del negro. Es sólo un negro que marca la irrealidad-realidad de los momentos. Un negro sin negrura, que quiere ser negro porque junta todo, y traviesamente ningún color se salva de su desorden colórico.
Negro-verdeapenas.
Negro-azulapenas.
Negro-amarillo nápoles apenas.
Anotaciones en el diario, 19 de mayo de 2017

Guayaquil, 10 de octubre de 2017

Guayaquil, 10 de octubre de 2017

Paisaje contemporáneo

Junio 1-30´17
“Land is terrain, a physical entity. Landscape is a cultural construct. Terrain becomes landscape when people project their hopes, desires, and memories onto it.”
Katherine ManthorneSeguir leyendo

LARA 2016, un proyecto de ASIACITI-TRUST

Latin American Roaming Art, en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), Quito. Sept 15´16

María José Arjona (Colombia), Emilia Azcárate (Venezuela), Adrián Balseca (Ecuador), Pablo Cardoso (Ecuador), Matías Duville (Argentina), Florencia Guillén (México), Manuela Ribadeneira (Ecuador), Paula De Solminihac (Chile).

Esta exposición reúne el trabajo resultante de la cuarta edición de la residencia LARA (Latin American Roaming Art) llevada a cabo en las islas Galápagos en marzo de este año. Seguir leyendo

Pablo Cardoso, Caudal-Taura

Junio 27-Julio´31, 2016

CAUDAL

Parafraseando lo dicho alguna vez por Gerhard Richter, un cuadro de Friedrich no pasa de moda, lo que ha quedado atrás y debe actualizarse son las circunstancias que le dieron vida: un marco cultural renovado por otra ideología.Seguir leyendo

Pablo Cardoso: «Caudal»

Junio 24-Julio 17´15

CAUDAL

La reciente serie de Pablo Cardoso presenta un nuevo giro sobre la noción de paisaje que, como pocos, ha explorado con una inventiva excepcional. Hemos visto en los últimos quince años de su trabajo al paisaje como una plataforma desde la cual ha abordado un conjunto de reflexiones sensoriales, históricas, científicas, políticas y –crecientemente- activistas. La mirada siempre atenta al recorrido que el género ha tenido en el campo del arte, indagando a su vez sobre los impulsos detrás del afán explorador, propio o ajeno, que subyace en cada serie.Seguir leyendo

Pablo Cardoso: «Chádoj»

22 de Octubre- 10 de Noviembre, 2014

Notas al margen de Chádoj

Desde el 2001 cuando presentó su instalación Geodesia en la VII Bienal de Cuenca, hasta el día de hoy, Pablo Cardoso ha venido desarrollando una nueva pintura de paisaje y una nueva mirada fotográfica, si tenemos en cuenta que el registro fotográfico es el punto de partida de sus pinturas y que esos registros con frecuencia lucen borrosos o desenfocados, de manera que sus visiones del paisaje (urbano o rural) han sido filtrados por una subjetividad que los contamina, los obscurece, lo enrarece, provocando nuestra fascinación y extrañamiento.

Esa opacidad que interpone el artista y que reanuda en sus recientes series no es por supuesto un mero efecto visual, como todo dispositivo retórico tiene un sentido preciso: cabe provocar un cierto alejamiento, un cierto distanciamiento de la naturaleza –parece decirnos– para volver a verla de nuevo, para redirigir nuestra atención hacia ella. Ya los formalistas rusos señalaron el papel central de artificio en la realización de la obra de arte, cómo la “singularización” del objeto nos despoja de nuestros hábitos perceptivos:

Para dar la sensación de vida, para sentir los objetos, para percibir que la piedra es piedra, existe eso que se llama arte. La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento; los procedimientos del arte son la singularización de los objetos, el oscurecimiento de la forma; aumentar la dificultad y la duración de la percepción. El acto de percepción es en el arte un fin en sí y debe ser prolongado[1].

Pocas obras como las de Cardoso saben “oscurecer la forma”, ampliar y suspender nuestra percepción, retardar su entrega al espectador, más aun cuando tiene al tempo (el tiempo ritual y dilatado de la realización artística) como uno de los ejes conceptuales de su trabajo, sin olvidar su continuo ensamblaje de diversas capas temporales, ese montaje de “tiempos heterogéneos y discontinuos”, que según Didi-Huberman fundamentan la imagen artística[2]. Así, cada vez que pinta, Cardoso interroga simultáneamente el tiempo, la naturaleza y el espacio plástico.

Comprometido con las causas en defensa del medio ambiente, en los dos últimos años Cardoso ha actuado como un espía secreto, investigando algunos casos de derrames petroleros en el planeta, pesquisa que supone un reconocimiento in-situ de los lugares de esos desastres ecológicos, como el ocasionado por el Exxon Valdez en Alaska.[3] Las series Gólem (en el folclore y la mitología judía un autómata hecho de barro; doble fantasmal y monstruoso de su creador) y Chádoj (término que en lengua inuit nombra originalmente a la grasa de la ballena, y por extensión al petróleo), constituyen su “informe” personal de esa situación y de esos escenarios devastados por el inescrupuloso manejo de las compañías transnacionales en la explotación y el transporte del “oro negro”. Pero ese informe, como corresponde al arte, no es una mera denuncia explícita o de cartel, sino una elaborada construcción simbólica y poética que de alguna manera circunvala el objeto de la obra, traza un recorrido perifrástico en torno Anchoral nudo patógeno, en un juego de alusiones y elisiones donde lo único que se muestra es la escena del crimen –el lugar donde sucedió la tragedia u otros paisajes potencialmente amenazados–. Así, la ambigüedad e imprecisión con las que las empresas y autoridades responsables suelen enfrentar estas tragedias, encuentra su correlato formal en el tratamiento plástico, ya sea en la alteración perceptiva –el efecto de “espejo convexo”– en los grandes angulares de Gólem, o la presencia de la indefinición, de la vaguedad y las sombras en Chádoj, serie en la que además –usando como modelo de montaje los “gabinetes de curiosidades” de los siglos XVI y XVII–, junta o superpone sus pequeñas tablillas, creando un apretado y heterogéneo mosaico de motivos y texturas visuales (vistas del área afectada y sus adyacencias en Alaska, tomadas por el artista; minuciosas apropiaciones de grabados dieciochescos y decimonónicos); opacidad e hibridez que vienen a plantear –de un modo alegórico– cómo las multinacionales y sus aliados producen el sentido de lo acontecido, es decir, la manipulación, el rodeo y escamoteo de la información.

Mientras Gólem está conformado por una sucesión de imágenes captadas durante una expedición marina o una jornada de pesca, Chádoj está organizado en pequeños conjuntos dentro de los cuales cabe advertir varios asuntos: por un lado el diálogo crítico con las visiones pintorescas o sublimes del paisaje romántico, que junto a las imágenes desublimadas de la actualidad crean una oportuna fricción iconográfica y semántica; la repetición de ciertas imágenes que no solo imprimen ritmo a las composiciones sino que actúan como reescrituras del pasado y del presente, y finalmente el diseño cromático de cada conjunto. La paleta austera de Cardoso, donde sobresalen los tonos neutros (ocres, grises, negros y azules) importan un uso simbólico del color, dan cuenta de un estado crítico de la naturaleza, obliterada, apagada, silenciada. De allí que en ocasiones rompa esa tonalidad monocorde, insertando unas viñetas a modo de diminutas ventanas, de pozos de luz que acentúan la oscuridad del contorno; esos contrapuntos son faros que al iluminar descubren la noche del mundo.

Si el paisaje, como lo ha visto Javier Maderuelo, es desde su aparición un género anticlásico, carente con frecuencia de un núcleo focal y susceptible al desorden y a la proliferación, los paisajes de Cardoso ilustran de un modo ejemplar los rasgos característicos de la estética neobarroca catalogados por Omar Calabrese: repetición y estructura serial; la preeminencia de la oscuridad, ya sea como enunciado (“niebla representada”) o enunciación (“representación nebulosa”), el empleo alternativo del fragmento y el detalle; la compresión laberíntica del espacio; la inestabilidad del sentido y de la forma, su distorsión y perversión, etc.[4] De allí que podemos hablar de un postpaisaje, de un paisaje después o más allá del paisaje clásico y naturalista, un paisaje que opera sobre las coordenadas ideológicas y estéticas de la posmodernidad.

Completa la exhibición un pequeño ciclo titulado Notas al margen, que aunque ha sido concebido como una serie de apuntes paralelos, colaterales al tema central, adquieren un matiz íntimo, familiar, pues el artista captura algunos rincones de su entorno cotidiano y doméstico, como si en un repliegue estratégico estableciera un espacio de autorreflexión, esto es, un lugar desde donde meditar sobre la materia y la forma con las que elabora sus complots simbólicos: superficies embadurnadas de óleo que recuerdan el movimiento de las mareas o las masas de petróleo (la impronta informal, matérica como un gesto político); las plantas o los muros de su casa, las filtraciones de luz como una metáfora del nacimiento de su hijo. Diríase una apertura telúrica hacia los signos vitales y destructivos del mundo, pues Cardoso es un artista planetario porque es primero un hombre planetario.

Como los ilustradores medievales realizaban sus miniaturas al margen de los manuscritos monacales, con la misma disciplina y convicción, Cardoso ejecuta sus figuras a un costado de los discursos establecidos y oficiales: los del estado, los de los medios, y por supuesto, los del arte, pues este artista no solo es el celoso guardián de un orden cósmico y sagrado, sino que se obstina en preservar a través de su obra la memoria de la belleza, de aquella belleza que informa la tradición artística, y que acaso siga siendo el antídoto más eficaz contra la destrucción y la fealdad que dominan el presente.

Cristóbal Zapata
Cuenca, octubre 11, 2014

[1] Víctor Schklovski, “El arte como artificio”, en Teoría de la literatura de los formalistas rusos, antología preparada y presentada por Tzvetan Todorov, trad. Ana María Nethol, Siglo XXI, México D.F., 1970, p. 60.
[2] Remito a Georges Didi-Huberman, Ante el tiempo: historia del arte y anacronismo de las imágenes, trad. Antonio Oviedo, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006.
[3] En 1989, el Exxon Valdez golpeó un arrecife en Prince William Sound, derramando entre 42.000 y 130.000 m³ de petróleo crudo alrededor de 1.600 km de costa.
[4] Omar Calabrese, La era neobarroca, trad. Anna Giordano, Cátedra, Madrid, 1999.

«Lost in Landscape»

Lost in Landscape (photos by Fernando Guerra)

Mart Rovereto 05 APRIL 2014 / 31 AUGUST 2014

«The traveller knows the little that is his, discovering the much that he has not had and will not have.»

Italo Calvino The Mart presents a major exhibition dedicated to contemporary landscape and its many meanings: space, environment, territory, the place in which one lives and which one leaves. The natural landscape and the urban landscape.

T he exhibition, curated by Gerardo Mosquera, tackles the subject through the works of over 60 artists from around the world, many of which never before presented in Italy. On display will be over 170 photographs, 84 paintings, 10 videos, 4 video-installations, 4 installations, 4 context-specific interventions (Gonzalo Diaz, Takahiro Iwasaki, Glexis Novoa and Cristina Lucas), 1 web-specific project (Simon Faithfull) and 1 artist’s book.

What is described at the Mart is certainly no Eden, and nor a new artistic genre, but instead a passionate and heartfelt look at the world, which necessarily reveals its most dramatic and contradictory corners. In the catalogue, Gerardo Mosquera writes that the significance of the term “landscape” simultaneously defines “both the perception of a given place, and its depiction”, making object and subject, environment and inhabitant inseparable. Today, in the conception of landscape of our time, the degree of subjectivity of perception involves the active protagonists of the transformations of a territory: those structures and individuals who intervene upon it and define its very notion, now broadened to include everything surrounding us, from motorways to forests, cities to rural settings.

Artists represented

Marina Abramović, Tarek Al Ghoussein, Lara Almárcegui, Analía Amaya, Carlo Alberto Andreasi, Massimo Bartolini, Gabriele Basilico, Bae Bien-U, Bleda y Rosa, Fernando Brito, Luis Camnitzer, Pablo Cardoso, Jordi Colomer, Russell Crotty, Gonzalo Dìaz, Simon Faithfull, Fischli & Weiss, Carlos Garaicoa, Emmet Gowin, Carlo Guaita, Andreas Gursky, Rula Halawani, Todd Hido, Huang Yan, Carlos Irijalba, Takahiro Iwasaki, Isaac Julien, Anselm Kiefer, Iosif Kiraly, Hong Lei, Glenda Leòn, Yao Lu, Cristina Lucas, Armando Lulaj, Rubens Mano, Arno Rafael Minkkinen, Richard Mosse, Sohei Nishino, Glexis Novoa, Sherman Ong, Gabriel Orozco, Alain Paiement, Junebum Park, Paul Ramìrez Jonas, Vandy Rattana, Szymon Roginski, Ed Ruscha, Guillermo Santos, George Shaw, Gao Shiqiang, David Stephenson, Davide Tranchina, Carlos Uribe, Agnès Varda, Verne Dawson, Michael Wolf, Catherine Yass, Kang Yong-Suk, Du Zhenjun.

Curated by Gerardo Mosquera