Agosto 19-Septiembre 12´15

El pasado es demasiado pequeño para ser habitado
El espacio nuestro, ese lugar donde habitamos, puede carecer de dimensiones estables. A fin de cuentas, es siempre el rediseño, la adecuación ergonómica del medio natural en sintonía con los imaginarios construidos a partir de retazos de racionalidades y emociones, vivencias y deseos. No necesariamente se articulan y perciben de modo efectivo. A veces se constituyen en significados más allá de toda posible dimensión física. O en franca ruptura con criterios de legitimadas normatividades. Es posible incluso que no tengan lugar y se posicionen solo como utopías.
Por eso nuestros espacios emergen de modos bien diversos. Y en ocasiones, adoptan formas impredecibles. O bien pueden exhibir, como percibió Foucault, un carácter de contra-emplazamientos, “especies de utopías efectivamente realizadas en las cuales los emplazamientos reales, todos los otros emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, cuestionados e invertidos, especies de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque sean sin embargo efectivamente localizables” (Michel Foucault – De los espacios otros). A estos espacios les llamó “espacios otros” o “heterotopías”.
A estos dirige su atención Dennys Navas. Y en una suerte de trance, de arrebato onírico, nos recrea ese espacio que habitamos, lo altera físicamente, lo reordena disfuncionalmente, lo desplaza a lo primigenio, lo sumerge, lo hace mutar y dislocar hasta el desconcierto. Así nos ofrece una narrativa en la que el ser humano se ve puesto ante la doble tensión de una naturaleza, que siempre lo persigue y acoge o sobrecoge, y una racionalidad critica que señala y cuestiona incertidumbres y peligros, que alerta de posibles y necesarias intervenciones de urgencia ante el desbordamiento o la desproporción.
El artista vuelve a seducirnos con su recurso de la fusión naturaleza –arquitectura, que pareció derivar de cierta frustración del no arquitecto. Pero ahora parece alejarse de la ingenuidad del tópico, para emplazarnos ante el desciframiento de conjuros enigmáticos que dicha fusión trae consigo. Por eso la fusión referida nos pone en este proyecto ante las maniobras del poder que nos acecha y somete. Y quizás nos llame a una búsqueda de refugio, al escape de lo subterráneo, o simplemente, a presenciar el espectáculo del colapso de la habitual, aparente y sosegada literalidad del entorno urbano.
Los medios seleccionados son pertinentes para tales propósitos. El artista vuelve a mostrarnos su pericia en el empleo eficaz de la pintura y el dibujo, en formatos diversos y recursos expresivos que logran expandir sensaciones y crear expectativas, vehicular significados semánticamente pródigos, atrayentes y provocadores. AnchorLa dramática elocuencia de los espacios presentados, con sus motivos enervantes, sus “crueles” laberintos y su colérico espectro cromático, parece en efecto conciliarse con ese desbordamiento temporal al que nos convoca. En este incierto presente, para el artista el pasado resulta “demasiado pequeño para ser habitado”.

Eduardo Albert Santos

Entradas recomendadas