Latin American Roaming Art, en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), Quito. Sept 15´16

María José Arjona (Colombia), Emilia Azcárate (Venezuela), Adrián Balseca (Ecuador), Pablo Cardoso (Ecuador), Matías Duville (Argentina), Florencia Guillén (México), Manuela Ribadeneira (Ecuador), Paula De Solminihac (Chile).

Esta exposición reúne el trabajo resultante de la cuarta edición de la residencia LARA (Latin American Roaming Art) llevada a cabo en las islas Galápagos en marzo de este año. El proyecto consiste en reunir a un grupo de artistas en un lugar de la región por dos semanas, tiempo en el cual se informan lo más posible de los alrededores para luego iniciar un proceso individual de producción donde se traduce su experiencia del sitio.
Las ciudades de Honda en Colombia, Ollantaytambo en Perú y Oaxaca en México han servido como locaciones en anteriores ediciones, aparejadas de sus respectivas muestras en las ciudades capitales. Para la itinerancia del proyecto en Ecuador se propuso el ambiente privilegiado del archipiélago, relativamente inexplorado desde el arte contemporáneo.

Galápagos, siendo Patrimonio de la Humanidad por su biodiversidad, suele evocar imágenes idílicas de la naturaleza y de un universo lo menos posible tocado por la mano del hombre. Sin embargo, quienes hacen su vida allí –sean colonos, cientí cos o agentes vinculados al entramado estatal– con guran imágenes con ictivas y muchas veces contrapuestas sobre este territorio que luce atravesado por varios dilemas. Las mayores tensiones surgen sin duda de la contradicción entre los afanes conservacionistas y las lógicas del desarrollo urbano y crecimiento demográ co, en cuyos entresijos habita una industria turística en permanente expansión. Estas islas, que sirvieron de inspiración clave para modelar el paradigma evolucionista, también poseen una azarosa historia humana que revela, a nivel simbólico, curiosas paradojas: desde crónicas pobladas de crueldad y violencia, hasta las representaciones visuales que producen las misiones religiosas de hoy donde se conjugan evocaciones del pensamiento de Darwin con el creacionismo más dogmático.

Pero con su dramático origen volcánico delatado por doquier, el archipiélago se muestra, ante todo, como un gran laboratorio natural donde fauna y ora se mani estan en todo su esplendor. Matices del encanto que ejerce este lugar adquieren mayor presencia en las obras de los artistas extranjeros, las mismas que responden menos a “temas” y se per lan más como memorias residuales, donde se incorporan ecos de imágenes que habitan ahora un territorio más evocativo y etéreo. Resuenan en ellas diversas maneras de asir el paisaje, recodi car la información recibida y devolver una mirada más subjetiva a partir de observaciones varias. La producción de los artistas locales se percibe, en cambio, como una lóbrega contrapostal donde se invocan indicios de un presente discordante ligado a rastros de un pasado que tiene su propia leyenda negra.
Asunto clave en la dinámica de la residencia fue propiciar la creación de una atmósfera de intercambio donde se potenciara la convergencia de disímiles intereses y personalidades. Aquello es lo que en conjunto re ejan las obras resultantes, las cuales con guran un variopinto muestrario de impresiones que revelan múltiples maneras de responder a un contexto, a la vez que enfatizan aspectos del lado humano de quienes participaron en este experimento.

Rodolfo Kronfle Chambers
Curador, LARA 2016

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