23 Febrero – 15 Marzo 2012

La utopía descalza

Parte de la obra reciente de Dennys Navas abona a las evidencias artísticas sobre aquel inagotable “deseo” que llamamos utopía. Las pinturas y maquetas de su muestra Cul-de-sac no aterrizan sin embargo ingenuamente la visión de un futuro mejor, sino más bien concilian en clave paródica una arqueología de este impulso con la realidad pura y dura del presente.

Las imágenes del artista se remiten a planos de ciudades “ideales”, planificadas para que operen en equilibrio, pero las esboza ya no con las edificaciones renacentistas que las inspiraron sino con las frágiles viviendas de caña y zinc que pueblan el depauperado paisaje local. Parecería que su obra, de esta forma, no peca de cándida, empleando una atenuada dosis de ironía y humor para lograr entonces armonizar en algo la distopia en que estamos inmersos.

Uno de los cuadros se basa en el La ciudad de la verdad (1609), diseño que contiene una planificación idílica imaginada por Bartolomeo del Bene. Pero ahora sus castillos, torres, corredores y patios quedan reemplazados por toda una urbanización de casas desvencijadas calzada forzosamente sobre la planta circular del proyecto original. Algo similar hace Navas con La ciudad del sol (1602) de Tommaso Campanella, o cuando ensaya un modelo propio basado en la espiral. Si bien este último emplea una imagen arquetípica el guiño a Smithson prevalece, y por consecuencia nos remite a su manera de enfocar la entropía, con sus ciclos permanentes y simultáneos de renovación y deterioro del paisaje urbano.

El diablo está en los detalles

Esta serie de imágenes se va descubriendo como si estuviéramos escrutando una pintura de El Bosco, llena de recovecos cuya minucia y sorpresa reflejan el agudo poder de observación del autor. Su inventiva se sintoniza con aquella evocativa reconversión de la precariedad como estética que ha sido tan productiva en los predios del arte en el Ecuador: las facciones de la arquitectura raída, las señales del ingenio que surge como consecuencia de las restricciones extremas y que solo se propone soluciones provisionales, o los rasgos particulares de lo descompuesto que a veces raya en lo absurdo. En su poética evocación laberíntica estas maquetas y bocetos se convierten además en metáfora de todo lo que puede y ha salido mal luego del fracaso de la planificación del porvenir y detrás de los experimentos sociales.

Tal vez si alguna pregunta despierta enfrentar el callejón sin salida que supone la disposición de estos habitáculos rodeados de verdes jardines de inspiración francesa es aquella que nos aqueja hoy en día con apremio (en clave mas que “indignada”): ¿Existe una alternativa al capitalismo como sistema? ¿Son estas paródicas visiones utópicas las mas sinceras de imaginar? ¿Se proponen como mejores escenarios dentro de las coordenadas del presente que vivimos? La obra de Navas parece adentrarse en el territorio de la ficción para repensar los apremios de la realidad: esta utopía bufa se presenta aquí, a mi juicio, como una alternativa discursiva -y hasta ética- frente al escapismo que, a manera de refugio emocional, provee la (artificiosa) nostalgia que tanto nos seduce hoy en día.

Lejos de pronunciarse en tono interpelante el trabajo del artista parece alinearse con “el principio esperanza” de Ernst Bloch y su manera de interpretar estéticamente las imágenes bien querientes que encontramos en todo tipo de producciones culturales, desde los cuentos de hadas, pasando por las narrativas religiosas, hasta las películas. Parecería que en la obra de Navas mas importante que la utopía en sí resulta ser la “función utópica”, como lo señala Bloch. Es ahí, en ese espacio de inconformidad con el status quo, donde aparecen todo tipo de mediaciones para lidiar con las fluctuantes condiciones del mundo, mas allá de los logros o fracasos obtenidos en el camino.

Bloch exploró la dimensión inconsciente del futuro a través de imágenes provistas por pensadores en un recorrido que partía de la antigüedad hasta su presente, una perspectiva dentro de la cual las elucubraciones de Navas pudieran por supuesto empalmar.

Rodolfo Kronfle Chambers
Curador
Guayaquil, 9 de febrero 2012

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