7 – 30 Abril 2004

Las Premisas Imaginarias del Hipermodernismo:

Del deporte al arte, de lo publico a lo privado, de lo lúdico a lo existencial, de lo banal a lo trascendente,
y viceversa

Desplazamiento de objetos de un contexto a otro y manipulación del registro a modo de sugestión sutil o acción casi intangible. He aquí dos de las estrategias con las que Darío Escobar asegura el transito de significados hacia el fruidor. No obstante, la extracción o sustracción de objetos y acciones de sus contextos originarios no implica ruptura, al menos no en toda la extensión de la palabra. La densidad de significados o si se prefiere, la expresividad semiótica de sus piezas radica en la sobre vivencia de los vínculos y conexiones primarias durante el procedimiento de extrapolación (del significante elaborado) de un campo a otro, de un contexto a otro, en un proceso a veces simple y directo, a veces complejo e indirecto.

Separados, sustraídos, desplazados, desterritorializados. Es así como las esculturas de Escobar se manifiestan en el imaginario individual, haciendo que la novedad y el ensanchamiento discursivo con técnicas del ars barroco colonial y los métodos de producción industrial, rebasen el plano de las certezas racionales, hacia el continente de las sensaciones, los sentimientos, la pasión. Las piezas dejan de formar parte de estructuras reconocibles, para convertirse en símbolos impertinentes que cuestionan y desafían las ambiciones y deseos concientes del espectador. En ultima instancia, las piezas devienen interrogantes incisivas de la cultura del ser feliz y la complacencia.

El tema del deporte hace referencia a un ámbito conceptual en el que los valores de la competición, la victoria y el éxito, se apoderan de ciertos rincones de la intimidad del individuo. La utilización de materiales preciados, como la plata repujada y la lamina de oro, subrayan y ponen en crisis la aspiración de contemporaneidad basada en el éxito (toda una idiosincrasia en estos tiempos), mientras que el uso de elementos y técnicas industriales banalizan sus mensajes.

Las múltiples referencias a la ambición y el deseo intimizan al objeto, convirtiéndolo a la vez en lo de adentro y lo de afuera, hasta desvanecer las fronteras y confundir los limites que median entre los valores establecidos y nuestros propios principios y secretos morales. En cierto modo se convierten en los dos íntimos de Gaston Bachelard, cuya superficie es dolorosa, en ambos lados de la frontera. Y es dolorosa porque en la confrontación, en la tensión resultante de esta doble naturaleza, se dibuja la construcción del individuo en sociedad. Una construcción de la que también participa el autor y de la que solo es posible desligarse a costa del abandono de si mismo. El olvido, la muerte.

El aislamiento de los objetos de Escobar es virtual, así sea en un catalogo de Internet o en el interior de una galería. De hecho, forman parte de un cosmos visual y objetual que el artista arranca de canchas de baloncesto o diamantes de béisbol, para incrustarlos en la conciencia individual y colectiva, mediante métodos subliminales, que utilizan o manipulan al fruidor. De este modo, el mensaje arriba a una suerte de grado cero de la conciencia, en las profundidades de la identidad.

La vida como competición deportiva, los objetos como medio. Estas piezas son destellos que desbordan al individuo medio, convirtiéndolo en el arbitro central del partido de su propia existencia. Quien aborda la obra de Escobar juega consigo mismo y con su (s) entorno (s). Al final emergen cuestionamientos sobre los valores y pautas de conducta que imponen el poder, los Medios, la sociedad.

El juego de reducción-ampliación simbólica y densificación conceptual que opera en el trabajo de Darío Escobar, adquiere su expresión mas tentadora e inquietante cuando, sin violencia aparente, convoca íntimamente a reflexionar sobre las premisas del hipermodernismo.

-Emiliano Valdés

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