De Jardines y Lineas Imaginarias, Manuela Ribadeneira

4 Mayo – 3 Junio 2005

Ante la demagogia simbólica

Muchas prácticas artísticas recientes han asumido la responsabilidad de generar narrativas que increpen las construcciones históricas que se pretenden plantear sin fisuras, invulnerables. Lo de Ribadeneira parte del reconocimiento mutuo del público en algunos de nuestros referentes colectivos, compartidos sí, pero asumidos en la experiencia personal de distintas maneras, que van desde la indiferencia, hasta la crítica o la filiación. Al poner sobre el tapete estos temas en el embalaje de la experiencia estética la artista logra una inducción que propicia un intercambio, y del cual podemos salir enriquecidos.

Esta muestra de Ribadeneira nos puede llevar a meditar acerca de nuestra noción de identidad. Identidad que en el País aparenta no haber sido forjada por valores o ideales compartidos (ejemplo: Liberté, Egalité, Fraternité), sino una construcción mental que se refleja algunas veces en símbolos un tanto arbitrarios. Así tenemos asumida la intangible línea ecuatorial como «nuestra» (a pesar de que atraviesa muchos otros países), hablamos de ella con sentimientos de jactanciosa pertenencia como lo hacemos por ejemplo de las Islas Galápagos, como si su riqueza fuese un logro fruto del tesón propio, cuando en realidad constituyen avatares casi-aleatorios del destino, en los que no se debiera depositar el orgullo.

Jugando con la latitud

Coincidiendo con los días de la última revuelta popular Ribadeneira provocó una interesante situación al «trasladar» el monumento de la Mitad del Mundo a la Casa de la Cultura en Quito. Se trataba por supuesto de una reproducción escenográfica, en la cual el público pudo, en experiencia directa, participar de una «ceremonia» desterrada de su contexto original (la toma de la foto), y al hacerlo generar nuevos contextos relacionales que superan en sus posibilidades de afectación al más convencional diálogo con objetos de arte.

La colección de fotografías que se logró daba cuenta de los interesantes protocolos que condicionan la manera de interactuar con aquel hito, uno de ellos es la consabida pose en que se mantiene los pies separados, cada uno asentado en los sendos hemisferios y que constituye una suerte de rito de pasaje ecuatoriano, que se promueve inclusive como actividad turística de rigor, pero que en el fondo -al ser llevado a la incubadora del plano artístico- se puede convertir en metáfora múltiple: del rol que la ubicación geográfica juega en la conformación de la identidad ecuatoriana, del terreno (posición) que cada quien pisa, demarca o limita, respecto al Otro, del modelo de relaciones centro-periferia aplicado a circunstancias políticas, sociales, culturales, etc. Derivadas de aquel gesto surgen las pequeñas esculturas de bronce que se encuentran desperdigadas por el piso de la galería.

Huésped ilustre

Relacionado a esto Ribadeneira presenta además un trabajo titulado La línea imaginaria en visita privada a Guayaquil donde con cierta dosis de humor enfatiza la relativa portabilidad -y posibilidad de posesión- de lo «imaginario», al confeccionar un dispositivo que permite enrollar o desenrollar una versión física de dicho trazo y disponer de él a voluntad, en este caso extendiéndolo desde el interior de la galería, cruzando la calle hasta el parque de enfrente.

La misma facultad de movilidad queda clara en un sencillo objeto cuadrilátero, al poner sobre ruedas lo que aparenta ser una maqueta topográfica colmada de vegetación. Esta magnífica pieza se carga de un título que le confiere una densidad inusitada -Tiwintza Mon Amour – que nos remite a un episodio mucho más reciente de manipulación identitaria. Alude evidentemente a la «genial» idea que solo pudo ser gestada en la más febril negociación diplomática: la demagogia simbólica que constituye aquel inútil kilómetro cuadrado calado (¿o podado?) en el espesor de la selva; un premio consuelo que transformó su estatus de llaga en piel propia para convertirse en lunar de cuerpo ajeno, y donde a diferencia de la línea imaginaria que divide el globo no podremos nunca ni sacarnos la foto. Ribadeneira convierte este lote en mero souvenir de guerra, al reducirlo -como si fuese tzanza- a una milésima de su tamaño real.

El concepto de esta muestra se decanta a partir de una anécdota familiar: décadas atrás el abuelo de la artista intentó enviar un telegrama desde Francia al Ecuador, obteniendo como respuesta de la operadora un «aquello es imposible señor, el Ecuador es una línea imaginaria». El decidor intercambio fue sintetizado en la obra Asistencia en Línea, que consiste de un par de teléfonos en cuyos parlantes se recrea aquel diálogo (este trabajo se realizó en colaboración con Nelson García, con quien la artista forma un reconocido colectivo-empresa denominado Artes No Decorativas S.A.)

Y a propósito de esta «anécdota semilla» quisiera aquí resaltar algo importante de esta muestra, algo que considero siempre un reto y un logro: el haber sorteado la dificultad de que la obsesión, inquietud o preocupación privada haga un tránsito exitoso a su presentación pública. En aquel trayecto, en el cual mucha obra se queda a mitad de camino, Ribadeneira logra hacer que la historia íntima resuene de manera amplia, trascendiendo su impronta en lo personal para convertirse en materia de reflexión colectiva.

-Rodolfo Kronfle Chambers, 4 Mayo 2005

Agitan, Duermen, Comen y Juegan

13 – 30 Abril 2005

La Galería dpm brinda hasta el 29 de abril un espacio a nueve jóvenes artistas. Sus edades oscilan entre los 20 y 26 años. Algunas de las propuestas -como es natural- todavía evidencian la etapa de formación universitaria que la mayoría de ellos está atravesando, sin embargo las obras ya destilan un nivel de compromiso, reflexión, responsabilidad que con la madurez venidera nos dejan prever un inquietante panorama para todos ellos.

Félix Rodríguez, Dayana Rivera, Daniel Adum, Oscar Santillán, Estéfano Rubira, Pablo Gamboa, Mirtha Zambrano, Ricardo Coello y Fernando Falconí recorren temas tanto del mundo íntimo personal como de la esfera política, social y cultural en la cual se hayan inmersos. El título mismo de la muestra -agitan, duermen, comen, juegan- sugiere ese vínculo cada vez más estrecho entre el arte y la vida que vemos en la prácticas artísticas actuales.

El reto

Pero quizá lo que más me interesa hacer hincapié a propósito de este grupo de obras es la postura que las mismas demandan del público. Se debe recordar que la actitud contemplativa hacia una obra es definitivamente cosa del pasado. A partir de los giros estructurales introducidos de manera importante en el arte a partir de los años sesenta, es aún más crítico recordar que el ciclo de recepción de una obra resulta incompleto si no existe la necesaria interacción del espectador, o más propiamente hablando, del sujeto de experiencia.

Es un error pensar que el arte de hoy debe necesariamente desencadenar, en la pasividad de la mirada, una fruición espiritual; por el contrario, lo que debe primar es el ejercicio de la lectura del hecho artístico, que se dará siempre en función de la capacidad de discernimiento individual; y que no se me mal entienda, aquello no está reñido con el posible placer visual o estético.

El espectador tiene que involucrarse con la propuesta para construir él mismo sus propios sentidos y significaciones. En cierto modo la experiencia estética es un acto de fe, de valor, y en el compromiso se asumen riesgos de los cuales surgirán perspectivas originales, lecturas que se sobrepondrán como capas sucesivas e ilimitadas, siempre y cuando la obra lo amerite. En otras palabras, como tempranamente lo advirtió Marcel Duchamp y luego Umberto Eco: es el público -y no el artista- quien en realidad otorga un cierre contribuyente al acto creativo, y al hacerlo se pone a «jugar» en su misma cancha.

Pare de sufrir

Por más que algunas mentes preservadas en formol se empeñen en conminar a un «retorno al orden» en el arte, con bouquet a naftalina y libro viejo, las transformaciones culturales son de una vía y jamás dan marcha atrás. El sostener que la vuelta a un pasado autocomplaciente es posible surge -según quien lo enuncie- de la más penosa ingenuidad o del más interesado cinismo.

El arte no es una realidad esencial inmune al cambio, como cualquier otro aspecto de la vida moderna su estatus está sujeto a una serie de procesos cuya comprensión y estudio es necesario para entender su situación actual. Pese a esto la institucionalidad cultural local sigue validando como pertinentes en nuestro contexto a manifestaciones artísticas desfasadas con la realidad contemporánea, la cual tampoco es inmutable, y se encuentra -según algunos pensadores- a las puertas de nuevos y más profundos ajustes, que se desplazan por el horizonte del acceso multitudinario a la envolvente técnica y el ensanchamiento y omnipresencia del mundo digital; un nuevo ordenamiento del papel antropológico de la producción artística dentro de la conformación de las nuevas sociedades, que obvie su circulación dentro del mercado de bienes suntuarios y se despoje de su condición de lujo, para reorientarse -como lo elabora J.L.Brea- hacia «la producción intelectual y afectiva, a alimentar nuestras necesidades de sentido y deseo, de significado y placer.»

Este grupo de jóvenes, como muchos otros, aún no han culminado sus tareas, requieren mayor profundidad y sofisticación, pero a su vez no representan el futuro de nuestro arte, sino -desde hace algunos años- su ineludible presente. Ellos no operan con el impulso fetichista de la novedad como móvil, cosa que deben recordar quienes sólo ven en estas prácticas la reedición de viejas «bromas» estetizadas. Al contrario, su materia prima se encuentra en las realidades más patentes que los rodean, y con las cuales buscan producir otros mundos posibles (creando un campo de intensidades, generando contenidos) que, al romper y desestabilizar la monotonía de nuestra experiencia diaria, nos increpen, nos afecten, nos brinden formas simbólicas de saber, etc.

-Rodolfo Kronfle Chambers, 13 Abril 2005

Crema Criolla

1 – 20 Diciembre 2004

Crema Criolla se presenta como una intersección de los Salones y festivales de arte que tomaron lugar durante este año en Guayaquil. Tomando como ejes el Salón de Octubre y el Festival al aire libre (FAAL), pues las obras del Salón de Julio están participando en la exposición «Límites y estado de la pintura» en Bogotá, consideramos oportuno terminar el 2004 con una curaduría que alberga lo más relevante de los mismos, bajo la mirada del arte contemporáneo.

Esta edición de Crema Criolla nos permite una lectura actual, a través de producciones con interesantes niveles reflexivos,que revelan un desprendimiento dela visión tradicional que suele imperar en el medio.

Obras de:

Billy Soto
Ilich Castillo
Oscar Santillán
Roberto Noboa
Fernando Falconí
Stéfano Rubira
Félix Rodríguez
Colectivo: (Aarón Ortega, Karina Nogales, Juan Pablo Toral, Aurora Zanabria, Karen Nogales)

15 – Love y el Retorno de los Socios Psicópatas (muerte en semifinales), Roberto Noboa

10 – 30 Noviembre 2004

(J)oda a la burguesía

La última serie de pinturas, dibujos y objetos producida por el artista se exhibe en la Galería dpm hasta el 30 de Noviembre bajo el enigmático título de 15 – Love y el retorno de los socios psicópatas (muerte en semifinales). A través de los años la obra de Noboa se ha caracterizado por llevar una agenda a contrapelo de las manifestaciones artísticas más comunes del medio. Esta última serie no es la excepción. La primera impresión que nos da es de una frescura visual tan desconcertante como atractiva, que pone al espectador en la ineludible exigencia de intentar arrancar sus últimos propósitos.

Es en la dificultad de esta empresa -hermetismo que sin embargo no nos conduce a desechar sus imágenes como un juego insulso- en que radica el magnetismo de sus obras. Son imágenes que descolocan la razón, que cortocircuitan la interpretación directa y unidireccional al generar una falta de certezas en cuanto a tema, causalidad y trama. Intuimos que de ellas se desprenden varias lecturas que no solo juegan con lo autobiográfico sino que reflejan también una pérdida de fe en el hombre mismo (en el boletín de prensa se las plantea como metáfora de la diluida esencia del ser dentro del consumismo e individualismo del mundo contemporáneo), pero a mi criterio el definir un itinerario tan encauzado atenta contra las posibilidades de un tipo de pintura que se fortalece justamente en los cabos sueltos que deja.

Tenis, vikingos, gallinas y bovinos.

El lado crítico de Noboa no emplea narrativas lógicas, sino más bien sugerentes en su artificialidad, recurriendo al pastiche de lo propio, a la ironía y a la parodia. Un objetivo se muestra cierto: el enfrentar al espectador con un inquietante mundo que no le sea familiar. En su mezcla de códigos juega hábilmente con los pliegues de la realidad, sitio de conjunción entre lo observado conscientemente y lo experimentado inconscientemente, creando los que pueden ser vistos como paisajes psicológicos, sin caer en sesgos mágicos o pseudo poéticos.

El resultado deviene en una suerte de teatro de lo absurdo que refleja el diario vivir y donde acuden además varios de los elementos que ya constituyen leitmotivs dentro de su obra (como las gallinas o las canchas de tenis), y que ahora se insertan en un sistema iconográfico heterogéneo al sumarse otros imaginarios del mundo animal y de la cultura vikinga, cuyos instrumentos de batalla han sido asumidos también en la estética que proyectan algunas bandas derivadas del rock pesado, cuya simbología fue tema central en una serie anterior del artista.

El lenguaje que emplea es en cierto modo tan «light» como los tenistas que aparecen ensimismados en su juego, y tan alegre como los atractivos colores y el amanerado descuido con que desenfadadamente los retrata. Los deleitantes dibujos amplifican estas características en lo lúdico y experimental de sus construcciones. De esta forma, desde mi particular punto de vista, esta pintura que viste piel de cordero reserva sus garras para el público burgués incauto, cuyos consumos culturales lo predisponen a dejarse seducir sólo por la plácida visualidad, agresión subrepticia que disfrutará de manera perversa quien intuya que en la obra de Noboa muchas veces hay veladas intenciones.

Este tipo de trabajos puede evidenciar el palpitante potencial de la pintura para actuar como generadora de la subjetividad del artista, opción que siempre será válida mientras se perciba fresca, sincera y alejada de fórmulas.

-Rodolfo Kronfle Chambers

Patrick Hamilton

8 – 30 Septiembre 2004

En esta nueva propuesta, el destacado artista chileno incluirá una serie de pinturas que ha venido desarrollando en los últimos años, además de trabajos foto-objetuales que representan parte de su última producción, y en los que ha centrado sus reflexiones en torno a los límites de la pintura y sus relaciones con los lenguajes del diseño, la publicidad y la fotografía.

Al igual que en el resto de su producción, ya sean intervenciones, instalaciones u objetos, en estos trabajos Hamilton utiliza como materia prima elementos extraídos de la gran industria del revestimiento y la decoración. Estos elementos, desplazados a su obra, funcionan a modo de comentario irónico sobre una cultura contemporánea que se nos presenta ¨ femineizada¨, en la que existe una gran efervescencia por lo cosmético. Utilizando la pintura como un dispositivo de maquillaje, Hamilton realiza verdaderas operaciones cosméticas en las que los revestimientos ironizan sobre la estetización generalizada de nuestra época por efectos de la publicidad y los mass media.

En particular, estas telas forman parte de una serie de trabajos en los que se citan y reciclan elementos de la pintura concreta, de la abstracción geométrica , del op art y de la pintura de Piet Mondrian, pintor Holandés emblema del modernismo pictórico, en los que Hamilton se propone realizar una reflexión en el marco del debate modernidad / postmodernidad desde la perspectiva de los lenguajes estéticos y, más específicamente, de la pintura. De este modo, Hamilton contrapone al rigorismo geométrico y económico de la cita abstraccionista banales telas estampadas e irónicas figurillas infantiles pertenecientes a la democrática y barroca estética Kitsch; produciendo así, un inquietante diálogo entre la pureza del código pictórico geométrico y el festivo diseño ornamental.

De este modo, con estas nuevas pinturas híbridas y transgenéricas, Hamilton continua con una línea de trabajos en los que incorpora diversos elementos provenientes del diseño, las artes decorativas, los objetos industriales de consumo, etc.

Patrick Hamilton se formó en la Universidad de Chile y en los últimos años se ha convertido en uno de los principales exponentes de la plástica joven Chilena. Este año representará a Chile en la 26 Bienal de Sao Paulo. Además sus obras han sido exhibidas en numerosos espacios de arte en el extranjero como las Bienales de La Habana, II Bienal del MERCOSUR en Porto Alegre, VII Bienal de Cuenca, L’art dans le monde 2000 en Paris y en muestras colectivas en museos y galerías de Oslo, Lucca, Singapur, Palermo, Roma, Miami, Buenos Aires, Guayaquil, Sao Paulo, Santiago, Asunción, Cascabel, Chiloé, Lima, Kuala-lumpur, Brasilia y Valdivia. Ha ganado en 5 oportunidades la beca Fondart, del Ministerio de Educación de Chile.

mmm: Lalimpia

18 Agosto – 3 Septiembre 2004

Valerse del chuchaqui de la modernidad

Una obra de Lalimpia nunca está lista hasta que se expone; insisto en pensar que la razón es que si dos cabezas piensan mejor que una, mas aún siete. En los casi dos años que he trabajado con Stéfano, Oscar, Ilich, Jorge, Ricardo, Fernando y Félix, hemos mantenido un proceso creativo constante con resultados temporalmente satisfactorios.

Digo temporalmente ya que en nuestros extensos laboratorios de ideas logramos conceptualizar por completo una obra que, sin embargo, por inconformismos posteriores sufre de persistentes innovaciones que culminan dando un vuelco renovador a la obra -como mínimo- dos días antes de la inauguración. Con ello hemos descubierto gratamente que en estas obras, donde el ingenio aparece cuando el tiempo se nos viene encima, las depuraciones finales son responsables de darles un sentido aún más oportuno.

Desde sus inicios Lalimpia ha mantenido posturas inquisitivas con respecto a su contexto. En el 2003 en la muestra C6H5CH3-(NO2)3 se demuestra el descontento con la institución, exponiendo como idea central el resurgimiento metafórico de la Casa de la Cultura en una casa de árbol, luego de su destrucción con semillas de dinamita. No menos crítica resultó la obra Sin título ganadora del Premio París en la VIII Bienal Internacional de Cuenca, en la cual adoquines translúcidos, siguiendo el modelo de los utilizados en la regeneración urbana, dejan entrever grillos que brillan congelados en su interior, como íconos nada cultos de las carencias que se ambiciona encubrir bajo el revestimiento armónico de Guayaquil luego de su flamante «extreme make-over». Ahora en mmm, Lalimpia se concentra en traer a la superficie reflexiones sobre los puntos débiles que recluyen al arte en la ciudad, en una especie de chuchaqui de la modernidad, inducido desde los ejes culturales institucionales.

En In urbi naturam, rememorando obras impresionistas como «Un domingo en la Isla Grand Jatte» de Seurat o el célebre «Desayuno en la hierba» de Manet, los asistentes acudieron en sus mejores trajes para pasear por la llanura de césped que irrumpía la galería, mientras se deleitaban con una tacita de hierba luisa, cuidándose de no tropezar la mala hierba que jubilosamente ornamentaba el terreno en blancos maceteros. La frivolidad inicial de la inauguración se fue disipando cuando los espectadores, muchos afectados por la falta de cuadros, hicieron suyos los espacios de la galería sentándose en rondas, sacándose los zapatos para caminar por la hierba e infiltrando cerveza, emulando aún más los vicios impresionistas. Por unas horas una de las ciudades con menos áreas verdes de Latinoamérica, tuvo 321 m2 más de naturaleza (el césped fue sembrado fuera de la ciudad), que en su aparente armonía invitaban a esbozar una mirada crítica a los planteamientos desfasados y superficiales que mantienen algunos grupos frente al arte.

Inmiscuirse entre cañas de cemento apuntalando el interior de la galería, mientras como murmullo se repetía una melodía alegremente sospechosa, despertó una experiencia de sutil inseguridad para los asistentes a la segunda exposición. Las cañas de cemento -que remiten a la gestación de Guayaquil tan íntimamente ligada con la caña, tanto como a su regeneración y su absoluta identificación con el cemento- al mismo tiempo invaden y sostienen la arquitectura donde hoy se apuesta y confronta el arte contemporáneo. Conjugando ésto con el Momento Musical no.3 de Schubert, que se remonta a una época de asentamiento de museos como el Louvre, presenta una construcción que con una imagen de imponente sencillez, revela como arma noble, la poca solidez de las instituciones culturales y la necesidad de otros bosques que den un respiro renovador a la escena del arte en la ciudad.

Suplentes de la cultura pública extrae algunos de los modelos más consumidos de lo que irresponsablemente aún se presenta como arte contemporáneo. Los moldes de yeso, que acompañan la pintura realizada en crayola, se logran de juguetes que recrean elementos de ciertas obras de la modernidad ecuatoriana, ampliamente digeridas por una mayoría orientada a aceptar lenguajes visuales deslucidos por su repetición vacua y descontextualizada. Los negativos de las piezas que conforman la obra, se arraigan a la pared luciendo su blanca y gastada figura, entretanto su referente de colores espera colgado, como acostumbra, al mejor postor.

In urbi naturam y Otros bosques inician un proceso que se vale de los espacios no convencionales de la galería, contrastando con lo que se espera de una exposición en este medio, y que culmina con la consciente utilización de la pared en Suplentes de la cultura pública de la cual penden los referentes de los que no se puede desligar una sociedad, que se sumerge bajo preceptos implantados por estructuras incapaces de revalorizar la cultura local. En estos tres miércoles, Lalimpia cierra un ciclo que denota su agudo compromiso de proponer reflexividad a través del arte, esta vez penetrando desde sus propios sistemas y relaciones.

-Pily Estrada Lecaro

Habeas Corpus, Saidel Brito

21 Julio – 13 Agosto 2004

Brito strikes back…

La serie titulada Habeas Corpus del cubano Saidel Brito presenta tanta seriedad como ironía. Complejos niveles de sugestión se integran con los procesos últimos de su trabajo, en los que hace un uso estratégico de patrimonios artísticos ajenos donde, lejos de la cita superficial o referencia evidente, apropia cuerpos de producción paralelos a la obra conocida de creadores emblemáticos. Lo que Brito llama la «obra silenciosa» por su falta de difusión y por el carácter más personal o comprometido que suele tener, y que considera digna de una puesta en valor.

En este caso el artista rescata del olvido un cuadernillo de bocetos realizado en 1978 por el más celebrado modernista activo de Guayaquil: Enrique Tábara. En sus páginas -aquí exhibidas por primera vez- aparecen un conjunto de escenas y retratos de internos de la Penitenciaría Modelo del Litoral.

En lo que puede ser visto como un alarde de plasticidad Brito interpreta sus referentes originales haciendo énfasis en el proceso mismo de la acción de pintar, realzando las cualidades artesanales del «buen oficio», que parece ser el único requisito para que algunos observadores del medio acrediten a un artista. Criterio travestidamente aplicado sin duda en el Salón de Julio del 2001, donde no se admitió una de sus obras y donde el primer premio fue concedido según indica el fallo «en consideración al buen manejo del color, equilibrada composición y un estilo que combina felizmente los efectos abstractos, impresionistas y realistas.»

Aquel veredicto -digno de antología- parece en esta ocasión ser contestado y satisfecho en el lenguaje pictórico empleado en estos cuadros, que llevan a un extremo ampuloso y hasta pervertido aquello de la habilidad manual al construirse, física y simbólicamente, a partir de impresiones dactilares, en una técnica similar a la aplicada en su obra Reserva…., ganadora del Salón de Julio 2003.

Entabla así un diálogo insólito y posible entre generaciones distintas, cuestiona los criterios calificadores y las posturas intolerantes de la Gestapo cultural del medio, y a través de la misma esencia de estas pinturas confronta al espectador con la seducción del pigmento por sí solo, canto de sirena que atrae a muchos que se dejan llevar, la mayor de las veces, por vacuos y caprichosos firuletes del pincel, buscando solo «efectos» y negando la potencialidad de la pintura (o de cualquier otro medio) de ser entendida como códigos y lenguajes empleados racionalmente, bajo esquemas calculados para suscitar reflexiones más profundas catapultadas por la sofisticación de sus recursos estéticos.

Adicionalmente -por la mención que Brito hace de un maestro tan reconocido de Guayaquil- esta serie puede interpretarse como gesto de arraigamiento a este puerto, en el que seguramente dejará huellas importantes desde la docencia como lo han hecho otros artistas extranjeros en el pasado.

-Rodolfo Kronfle Chambers

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Tres a Uno, Dario Escobar

7 – 30 Abril 2004

Las Premisas Imaginarias del Hipermodernismo:

Del deporte al arte, de lo publico a lo privado, de lo lúdico a lo existencial, de lo banal a lo trascendente,
y viceversa

Desplazamiento de objetos de un contexto a otro y manipulación del registro a modo de sugestión sutil o acción casi intangible. He aquí dos de las estrategias con las que Darío Escobar asegura el transito de significados hacia el fruidor. No obstante, la extracción o sustracción de objetos y acciones de sus contextos originarios no implica ruptura, al menos no en toda la extensión de la palabra. La densidad de significados o si se prefiere, la expresividad semiótica de sus piezas radica en la sobre vivencia de los vínculos y conexiones primarias durante el procedimiento de extrapolación (del significante elaborado) de un campo a otro, de un contexto a otro, en un proceso a veces simple y directo, a veces complejo e indirecto.Seguir leyendo

Coordenadas y Otros Ambages, Pablo Cardoso

14 – 31 Enero 2004

Pablo Cardoso, artista cuencano quien ha sido escogido recientemente para representar a nuestro país en la XXVI Bienal de Sao Paulo, presentará el próximo miércoles 14 de enero en la galería dpm su exposición Coordenadas y Otros Ambages, la cual reúne dos de los proyectos que han ocupado la atención del artista en los años recientes: 18.VI.02 y Coordenadas.

Sobre ellos el crítico Rodolfo Kronfle afirma que «constituyen un gesto obsesivo, cuya minuciosa laboriosidad linda el morbo por la pintura, a fin de cuentas hoy por hoy un acto titánico. Digo esto porque evidencia un proceso opuesto de lo que suponemos normal, y nos enrostra con ello cualidades que algunos consideran al borde de la extinción en el arte contemporáneo.»

18.VI.02 corresponde a lo que el artista define como «sus caminatas». Kronfle apunta que «tiene como punto de partida 159 fotografías secuenciales que trazan la ruta de una caminata cualquiera de su vida. El registro se produce sin pretensiones, reconociendo el arte en la experiencia de lo cotidiano y proponiendo este recorrido como una metáfora existencial. No se busca el encuadre ni la luz perfecta, se aspira al tono sordo tildado por el ‘descuido’ del desenfoque de las tomas, negando así la grandilocuencia de la imagen para acentuar la intemporalidad que persigue.

Con estos documentos comienza un diligente trabajo de transcripción al lenguaje de la pintura, que raya la literalidad para enfatizar el comentario que nos hable de la relación entre la superficie pintada y la realidad. Imaginamos como espectadores algo de dolor al traducir una fotografía borrosa a la pintura, pero para Cardoso es puro placer: ‘En el fondo, cada cuadro simboliza la devolución de la imagen al reino de lo carnal.’

Resume esta lenta digestión como ‘pintar el tiempo’ y reconoce el proceso como un «ir a contrapelo: desde la inmediatez y frialdad de la captura fotográfica hacia esa otra temporalidad y corporalidad, la de la huella del pincel.»

En octubre del 2002 Cardoso presentó otra de sus «caminatas» (29.IV.02) en Madrid, dentro de la exposición Entre líneas. Virginia Pérez Ratton y Santiago Olmo, curadores de la muestra expresaron que «por su pertenencia a un lugar como Cuenca, en la sierra de Ecuador, este artista parte de la tradición pictórica ecuatoriana, la revitaliza y la transforma. En lugar de negarla, más bien toma distancia de su función meramente representativa para adentrarse en formatos muy pequeños y pone de relieve sus funciones de evocación poética y de ejercicio de memoria, trivial y cotidiana. La obra de Cardoso se implanta en una experiencia del cotidiano continuo y recurrente, como una forma de capturar el tiempo que transcurre, siempre igual pero siempre otro»

En cuanto a Coordenadas, su proyecto más reciente, el artista afirma que «parodia en torno a la razón cartesiana al decir: una mirada es un punto en el mapa, o el mirar tiene coordenadas frías y precisas que por sí solas nada dicen de lo mirado en un instante, por cualquiera.»

Esta es una serie de pinturas en las que vemos horizontes marinos vastos y difusos, representados con su ya habitual calidad fotográfica que resalta los efectos ópticos del desenfoque. Estos efectos le permiten llevar la imagen al borde de la abstracción, confiriendo a cada escena una atmósfera inquietante, introspectiva y anónima.

¿Se trata de lugares reales o ficticios? La respuesta parece darnos el título de cada obra: cifras que corresponden a unas coordenadas geográficas; información precisa que aparentemente nos permitiría encontrar en un mapa el punto exacto de donde se captó esa imagen, sin embargo, a decir de Cardoso «las coordenadas no hacen más que ahondar el anonimato de la imagen». Mientras tanto, para Kronfle «estas cápsulas sensoriales apelan a lo más básico, a la experiencia basal de ver y su cuestionamiento fundamental de percepción: realidad o mentira. Plantean también una postura incierta entre un arte conceptual y uno perceptivo, entre el arte como método analítico y el arte como manifestación física del instinto. Las obras prefieren no querer dirimir este dilema, y afirman su ambigüedad.

Se puede pensar que estas pinturas habitan un espacio incierto por la duda de su origen, que inquietan al espectador planteando la interrogante de su verdadera naturaleza. Es justamente en este territorio liminar que se solazan y encuentran su propósito.